La biometría en el sector bancario

Con la entrada hace ya varios años del hardware para lectura biométrica, muy común hoy en día hasta en nuestros teléfonos móviles, y ahora con la inclusión en nuestra era del IoT (Internet de las cosas) hace que estemos más interconectados, en un ecosistema que entrelaza la tecnología con los seres humanos.

 

¿Está de moda el reconocimiento e identificación de personas a través de sistemas biométricos?

Al contrario, la percepción general de los sistemas biométricos no es muy positiva, es más bien de poca utilidad, de sofisticación innecesaria. Aunque este tipo de sistemas se utilizan desde hace décadas con mucho éxito en ámbitos reducidos, como el de la investigación forense, es sólo hace unos veinte años, a finales de la década de los noventa, cuando estos sistemas empezaron a encontrar sus primeras aplicaciones a gran escala para el público general, como en controles de acceso a edificios y zonas restringidas.

 

¿No eran útiles?

 Dos factores en ese momento hicieron que la percepción en los sistemas biométricos empeorase. Primero, por aquel entonces se trataba de sistemas muy limitados, poco avanzados tecnológicamente en comparación con los actuales, poco ergonómicos, incapaces de lidiar adecuadamente con la diversidad y dificultad en entornos de operación poco controlados.

Eran sistemas poco útiles para las aplicaciones objetivo para los que fueron diseñados. Más que ahorrar tiempo o aumentar el nivel de seguridad, eran una molestia. En segundo lugar, había grandes expectativas puestas en estos sistemas, excesivas en gran parte por la cultura popular y por reclamos comerciales ambiciosos e irreales. Ambos factores llevaron a grandes fracasos comerciales de este tipo de sistemas. Tras ello, en los últimos quince años, tanto usuarios desconocedores de la tecnología, como tecnólogos no expertos en la misma, se han mostrado, como es lógico, bastantes reticentes al uso y despliegue de este tipo de sistemas.

 

¿Ha cambiado la situación?

 En la actualidad,  los avances recientes sustanciales en múltiples ámbitos tecnológicos están haciendo que las aplicaciones biométricas estén sufriendo un despliegue cada vez mayor, superando barreras comprensibles de reticencia bastante generalizada. Varios ámbitos han sufrido un desarrollo sustancial en los últimos años: ergonomía y calidad de sensores (como los incluidos en teléfonos inteligentes y otros dispositivos táctiles), algoritmos de reconocimiento robustos en condiciones operacionales realistas poco controladas, y aprendizaje automático que aprovecha grandes conjuntos de datos.

 

¿Por qué los bancos, empresas, gobiernos están tan interesados en este tipo de reconocimiento actualmente?

Las aplicaciones para ellos son múltiples y de una importancia trascendental. Son tecnologías que permitirán la reducción y eliminación de papel en muchos ámbitos de administración electrónica, en historiales médicos y procesos judiciales, permitirán agilizar muchos procesos donde la autenticación de individuos sea necesaria, permitirán evitar fraude interno y externo en empresas e instituciones, permitirán a las iniciativas de educación a distancia el seguimiento y certificación de las capacidades obtenidas por los estudiantes, etc. El presente y futuro de estas tecnologías es muy prometedor.

 

¿Es el fin de las contraseñas?

El objetivo de los sistemas biométricos no es sustituir a los procesos actuales de autenticación: ni las tarjetas, ni las llaves, ni los passwords. El objetivo por el que abogamos actualmente la mayoría de los investigadores que trabajamos en estas tecnologías es el de mejorar en algún aspecto los procesos actuales de autenticación, complementándolos en algunos casos, sustituyendo ciertos procesos en otros, o incorporando nuevos procesos que hasta ahora no eran posibles.

 

¿La tecnología biométrica convivirá con las contraseñas?

Más que pensar en evitar el uso de passwords, la idea es pensar en el sistema completo de autenticación que usa el password, y mejorar dicho sistema en uno o varios aspectos (seguridad, rapidez, conveniencia, facilidad de gestión, coste de mantenimiento, etc.) introduciendo sistemas biométricos.

Con este enfoque en mente, creo que veremos una convivencia de desarrollos novedosos libres de contraseñas, como el desbloqueo de móviles basados en huella dactilar o imagen facial, con una multitud de sistemas que sigan utilizando contraseñas o llaves en cierta medida, quizás complementados con algo de información biométrica.

La pregunta no es si la biometría puede evitar un mundo de contraseñas, sino en qué medida puede ayudar el uso de la biometría en el mundo actual de contraseñas. Con seguridad, la respuesta a esta pregunta es que sí, y en gran medida.

La pregunta no es si la biometría puede evitar un mundo de contraseñas, sino en qué medida puede ayudar el uso de la biometría en el mundo actual de contraseñas.